Este domingo 26 de julio se cumplirían 57 largos años desde el fallecimiento de la inmortal (quien sepa porque digo lo que digo, entiende que no es una contradicción “el fallecimiento de la inmortal”) compañera Eva Duarte, o como lo llamo el pueblo argentino, la compañera Evita.
Quiero comentar que a mi hasta hace unos años veía con malos ojos la figura de Evita. La criticaba porque en mis abstracciones y delirios clase medieros de izquierda me parecía que carecía de un discurso “verdaderamente” revolucionario. Lo pensaba más por ignorancia que por otra cosa. Estaba engañado, la superestructura cultural me la vendió de zurdo, y mi discurso “progresista-revolucionario” rozaba el anti-peronismo. Era un “revolucionario” que prescindía de la lucha de las masas y del peronismo como expresión de ellas. Paso el tiempo, me fui morochizando en el barrio, fui aprendiendo como pensar y sentir desde el pueblo, y no vino solo, también vino con mucho cariño para la compañera Eva que nos enseño que en esta vida nada puede hacerse sin pasión, que como ella, la lucha contra los intereses extranjeros y explotadores se hacia no “para” el pueblo como yo creía, sino junto al pueblo. Por eso fue, que Eva y Juan Domingo hicieron lo que los dirigentes de la izquierda tradicional no consiguieron en un siglo, obtener la confianza de los trabajadores.
El amor de Evita por los trabajadores le trajo el odio de la oligarquía que se llenaba los bolsillos con el sudor de los obreros. Y con su amor a los oprimidos supo hacer explícita la bronca hacia los opresores, que en los años anteriores habían excluido y explotado a los sectores populares.
Fueron los enemigos de los trabajadores los que ensuciaron las paredes de Buenos Aires haciéndolas gritar “viva el cáncer”. Los mismos enemigos que levantaron sus fusiles contra los más humildes; los mismos enemigos que bombardearon y fusilaron sin vergüenza en nombre de Dios y de la Patria. Los mismos enemigos que torturaron, secuestraron y desaparecieron en los setentas. Los enemigos que mas tarde firmarían el indulto; para después matar de hambre a miles de argentinos vendiendo el país por unas monedas y que hoy quieren volver para seguir haciendo sus canalladas contra el pueblo argentino.
¿Y quien pueda negar que para su época Evita fue una Revolucionaria? Icono de ese “maldito” movimiento nacional policlasista, donde confluían empresarios nacionales, soldados, curas, la clase media golpeada, peones y los trabajadores, de carácter redistribucionista, basado en la confiscación parcial de la renta del sector agrario, al tiempo que cubría buena parte del aparato productivo con empresas estatales. Qué también supo cortar con el sometimiento al imperialismo británico en la Argentina. Y que nacionalizo el comercio exterior, los depósitos bancarios, el Banco Central, el Seguro, etc.
Nada hay más tozudo que la realidad, decía Lenin y nada más acendrado en la memoria colectiva de los pueblos que el afecto por quienes, desde el poder, fueron sus amigos o sus representantes.
Eh aquí mi mas respetuoso homenaje a la compañera Evita.
Quiero comentar que a mi hasta hace unos años veía con malos ojos la figura de Evita. La criticaba porque en mis abstracciones y delirios clase medieros de izquierda me parecía que carecía de un discurso “verdaderamente” revolucionario. Lo pensaba más por ignorancia que por otra cosa. Estaba engañado, la superestructura cultural me la vendió de zurdo, y mi discurso “progresista-revolucionario” rozaba el anti-peronismo. Era un “revolucionario” que prescindía de la lucha de las masas y del peronismo como expresión de ellas. Paso el tiempo, me fui morochizando en el barrio, fui aprendiendo como pensar y sentir desde el pueblo, y no vino solo, también vino con mucho cariño para la compañera Eva que nos enseño que en esta vida nada puede hacerse sin pasión, que como ella, la lucha contra los intereses extranjeros y explotadores se hacia no “para” el pueblo como yo creía, sino junto al pueblo. Por eso fue, que Eva y Juan Domingo hicieron lo que los dirigentes de la izquierda tradicional no consiguieron en un siglo, obtener la confianza de los trabajadores.
El amor de Evita por los trabajadores le trajo el odio de la oligarquía que se llenaba los bolsillos con el sudor de los obreros. Y con su amor a los oprimidos supo hacer explícita la bronca hacia los opresores, que en los años anteriores habían excluido y explotado a los sectores populares.
Fueron los enemigos de los trabajadores los que ensuciaron las paredes de Buenos Aires haciéndolas gritar “viva el cáncer”. Los mismos enemigos que levantaron sus fusiles contra los más humildes; los mismos enemigos que bombardearon y fusilaron sin vergüenza en nombre de Dios y de la Patria. Los mismos enemigos que torturaron, secuestraron y desaparecieron en los setentas. Los enemigos que mas tarde firmarían el indulto; para después matar de hambre a miles de argentinos vendiendo el país por unas monedas y que hoy quieren volver para seguir haciendo sus canalladas contra el pueblo argentino.
¿Y quien pueda negar que para su época Evita fue una Revolucionaria? Icono de ese “maldito” movimiento nacional policlasista, donde confluían empresarios nacionales, soldados, curas, la clase media golpeada, peones y los trabajadores, de carácter redistribucionista, basado en la confiscación parcial de la renta del sector agrario, al tiempo que cubría buena parte del aparato productivo con empresas estatales. Qué también supo cortar con el sometimiento al imperialismo británico en la Argentina. Y que nacionalizo el comercio exterior, los depósitos bancarios, el Banco Central, el Seguro, etc.
Nada hay más tozudo que la realidad, decía Lenin y nada más acendrado en la memoria colectiva de los pueblos que el afecto por quienes, desde el poder, fueron sus amigos o sus representantes.
Eh aquí mi mas respetuoso homenaje a la compañera Evita.
Atte. Leftraru, el descamisado.
