Resulta que, hace unos días, que vengo de encuentro en encuentro, con actividades y personajes de la izquierda tradicional, abstracta y zopenca argentina. La izquierda, con sus variantes maoístas, trotskistas, estalinistas y vaya uno a saber que diferentes corrientes existen, tiene una capacidad tan grande de destruir todo proyecto viable, que uno a veces se le ocurre por la cabeza si no estarán financiados por el enemigo realmente. Siempre están al acecho de los espacios sociales (asambleas, centros de estudiantes, etc.) para coparlos partidariamente, y básicamente, destruirlos. Esta pobre gente, que más que Marxistas, son Marxianos. Parecen más pastores evangelistas que revolucionarios. Todo para ellos es negativo a menos que, por supuesto, venga de su partido. Un claro ejemplo de esto es que
no alzan ni reconocen héroes o mártires de la clase obrera argentina (por ejemplo, Felipe Vállese) y
jamás de los jamases han analizado la historia nacional con profundidad, para ellos la disyuntiva es, fue y siempre será Proletariado o burguesía (tanto en los países coloniales o semicoloniales, como en las potencias económicas) y cualquier aspecto de la lucha de clases que a simple vista salga de esta disyuntiva es para ellos un claro enfrentamiento entre fracciones de la burguesía. Obviamente, con simple verso de manual no tienen la capacidad teórica para explicar los fenómenos como el peronismo o socialismo del siglo XXI, al que lo clasifican de bonapartismo (obviamente utilizando el término fuera de contexto), o lo descalifican como populismo (con los mismos argumentos que te podría dar Mariano Grondona a veces).
Ya, Lenin y Trotsky en la 3ra (si no me equivoco) internacional, hablaron sobre el accionar revolucionario en los países oprimidos por el imperialismo. Aconsejaron estos que en
tan solo en los países desarrollados eran necesarios los frentes clasistas de izquierda, y en los países oprimidos por el imperialismo (como lo fue Latinoamérica toda su historia)
debían estar los frentes nacionalistas.
Trotsky agregó que, en los países oprimidos por el imperialismo,
se daban dos tipos de regímenes bonapartistas: uno reaccionario, apoyado en el imperialismo para reprimir el accionar revolucionario de las masas;
y otro progresivo, que se apoya en el movimiento de masas para confrontar al imperialismo (¿cabe duda donde entra el peronismo?) Por supuesto, la existencia de uno u otro da el tono de la política de los revolucionarios, no pudiendo tomarse como iguales, ni traslaparse uno por el otro. Y para ahondar en la cuestión, veamos lo que Trotsky decía respecto al gobierno de Lázaro Cárdenas (un Perón o un Chávez de los años 30) y su medida de nacionalización del petróleo, respondiendo a una campaña que lo hacía (a Trotsky) responsable por la medida:
“Para desacreditar la expropiación a los ojos de la opinión pública burguesa, se la presenta como una medida “comunista”. La ignorancia histórica se combina aquí con la mentira conciente. El Méjico semicolonial lucha por su independencia nacional política y económica. Tal es, en su estado “actual”, el contenido fundamental de la revolución mejicana... En estas condiciones, la expropiación es el único medio serio de salvaguardar la independencia nacional y las condiciones elementales de democracia.Se puede ver en estas palabras que el elemento central a tomar en cuenta para formular el que hacer de los revolucionarios en los países semicoloniales es ponerse en la vereda contraria dónde se encuentran los intereses del imperialismo, sus medios de comunicación y sus lacayos. Pregunto (y se las dejo picando):
¿el 28 de junio en Argentina, donde van a estar los intereses del imperialismo, su presa y sus lacayos? ¿Con el gobierno o con la oposición?Gentuza como Altamira (PO), que se llena la boca hablando mal del populismo (hoy contra Chávez y Evo),
pareciera que interpretan estos fenómenos como un bonapartismo reaccionario y no progresivo (como Trotsky caracterizaba a Cárdenas), no solo negando su visible política antiimperialista, sino también negando sus limitadas pero valiosas medidas sociales y hasta su propia propaganda por el socialismo.
Fenómenos como estos (izquierda zopenca) podemos verlos en diferentes países y diversos momentos históricos (sino me creen, lean “el izquierdismo enfermedad infantil del comunismo” de Lenin) y con distintas siglas por supuesto.
Es obvio, que estos partidos no tienen un mínimo interés en revisar si quiera a sus propios teóricos, así lo que menos pueden decir estas sectas, es que son de marxistas, y menos aún, que son compatriotas revolucionarios.